Y este nuevo miembro seré yo. Aquí me tenéis:

Todavía soy pequeñito y necesito desarrollarme en la barriguita de mi mamá que me mima y me cuida. Está llena de ilusión y contenta con mi llegada, pero la siento un poco preocupada. ¿Será por el momento del parto? Queda poco tiempo para mi nacimiento y ella esta bastante gordita y un poco cansada.
Mi padre ayuda en lo que puede a mamá y seguro que va a ser la primera cara que vea al nacer. ¡Es un figura! Juega mucho con mis hermanos y sabe un montón de informática. Y además es un especialista en dar besos. Por el momento a mí me da suaves golpecitos a través de la barriguita de mamá.
Y yo le respondo con patadones, para que sepa que me gusta el fútbol.
¡Somos los dos muy juguetones!
Ya me imagino jugando con el balón con papá...
Creo que me llamarán “Aitor”. ¡Vaya ocurrencia! Las culpables fueron las gemelas porque están un poco celosas y me quieren fastidiar. ¡Claro! Ellas eran las “estrellas” de la familia. Siempre son el centro de atención porque son igualitas y eso le resulta divertido a todo el mundo. Y además son las pequeñas… por ahora. Hasta que llegue el nuevo rey de la casa: “SÚPER AITOR”.
Pero ellas se están preparando para mi llegada y practican con sus muñecos cómo me darán el biberón, la hora del baño… A mí que me tengan limpito y que me cambien los pañales. (Seguro que de eso no quieren ser las encargadas) Bueno, pues que me entretengan con sus juegos y me den cariñitos, que eso nos encanta a los bebés.
Mi hermano Roberto soñaba con mi llegada, quería un compañero de habitación y tenía un montón de juguetes para compartir conmigo. Aunque últimamente debía estudiar mucho y jugaba menos. Le costaba concentrase y mis padres tenían que ayudarle mucho. Yo sé que tendré que ser un bebé dormilón y poco llorón, porque no le quiero molestar. Está haciendo un esfuerzo por mejorar y yo debo estar a su lado apoyándole.
Bueno, ya os he hablado de mis padres y hermanos, pero hay otros familiares muy especiales con los que me llevaré muy bien.
Mi abuelo Basilio pasa temporadas en casa y sabe muchísimo sobre la naturaleza, sobre todo de animales. Imita muy bien sus sonidos. Me río mucho cuando lo hace. Y tiene una casa en el pueblo donde cría gallinas y conejos. Cuando sea mayor seré como él y tendré mi propia granja.
Mi abuela Valentina es la que me hace la ropa. Pasa muchas horas tejiendo, aunque, la pobre, cada vez ve menos. Pero yo voy a estar “guapetón” gracias a ella. Y no sé cómo, pero siento que mi llegada al mundo la va a hacer muy, muy feliz. Podrá ayudar otra vez a su niña, mi mamá. Mi padre me mira tembloroso y con ojos como platos. Acabo de nacer. Mi madre me acerca a su pecho emocionada. Me viene bien el cariño después del azote que me llevé nada más ver la luz.
Me espera el resto de mi familia en casa. Soy un pequeñito que se hará grande y fuerte con la ayuda de todos. Apenas les veo, pero les escucho repetir la palabra guapo. Pruebo el manjar que me ofrece el pecho de mi mamá. Sonrío y me siento bien.
fin
Cuento creado por la clase de 5º A en Febrero de 2010